Friday, June 22, 2012

No Panty Day





ESPECIAL PARA E.C.G. (El Cassette Grabao) SOBRE EL NO PANTy DAY por La Hon. Taína Ramos


Abrí los ojos mirando una tela negra que de tanto cubrir, casi me cubría los pezones. Desesperé por salir de la cama para retirar éso que toda mujer debe tener, usar, guardar siempre. Ese significante que sin nada mismo, ya tiene una mujer dentro, puesta, le salen piernas, un cuerpo entero: NO PANTY DAY  y veo un culo que con un gesto retante y decidido, se venga de todos los estereotipos, formas, reglas, incomodidades, tuls, elásticos, asfixies, precios, valores, de-valores... "éso que se tiene, éso que las mujeres..." ; los lindos, los feos, los chiquititos, los grandes, los grandotes, los de nene, los pantaloncitos, los hilos, los que se amarran al lao, abajo, los que tapan, los que no, los que aparentan, los que sacan pipa, los que te la esconden, los que recogen... todos ellos, todos ésos, de todos los que imponen. June 22, NO PANTY DAY, por todos lados, en el news feed, en el wall, en las caras de las mujeres más apestás de la vida. Se ha hecho una convocatoria cibernética a no usar pantis. Para nosotros acá, en un día de pleno verano caribeño, de altas temperaturas que sobrepasan los cien grados en índices de calor. Para muchos sonaría como una total ridiculez. Para mí, una interesante causa.  

En un momento de mi vida universitaria, había ido a la institución vistiendo un tropical atuendo de una blusa picada, leggins y sandalias. Por causa de los leggins, ese día me había puesto unos pantis de nylon color negros, los cuales la verdad eran muy lindos y estaban a la total altura de mis gustos. En la primera clase que había tomado ese día, (horas antes de la clase de lengua) a unos escasos cinco minutos de haberme sentado en el pupitre, comencé a sentir una sensación de picor en una de las nalgas. Sin terminar de moverme un poco a un lado de la silla para discimular la incomodidad, el molestoso picor se movió a la otra nalga, acabando con un picor largo que se movía por toda la circunferencia nalgal. Mi mente no se detenía pensando en la fastidiosa piquiña que interrumpía el intercambio de mensajes que danzaba por toda el aula. Logré mantener el puente creado en la mirada entre el profesor y yo, y mi déficit de atención al menos, no desvió a nadie. A la casi hora veinte, salí disparada del salón con cara de hola hola hola no me miren, no joda, no pite, bai, al encuentro con mis compañeros del cofee break. Dialogamos un rato, todos sentados, calmados, todos en lo suyo, en lo nuestro, en a lo que íbamos, todos allí. Creo fumé un, dos, tres cigarrillos... y aún no me podía sentar. Tomé asiento, al verlos a todos alzar la cabeza para mirarme, observarme sólo a mí; al parecer era quien único llamaba la atención con tanto movimiento. Me senté, me moví, me paré, caminé, encendí un cigarrillo; hablé,  tiré una bocanada, y con la misma mano que agarraba el cigarrillo casi partido, me rasqué la nalga derecha. Acto seguido, cerré los ojos duro, me llevé la mano cerrada a la cara, GRITÉ: ¡No puedo más! ME TIENEN LOCA." Todos dirigieron sus grandes miradas hacia mí. Sólo una de las presentes, la más conservadora de todos, por cierto, dijo un decidio y tajante: Quítatelos. Enseguida, no lo quise creer, todo mi problema se había sintetizado en retirarlo. Era algo tan simple como causa-efecto. Ese causa-efecto que tanto me ha regido, nos rige, da vuelta al mundo agarrado de la mano del capital... 

Tanta incomodidad, había cegado la opción, el derecho mismo de sacarlo a un lado. No me había detenido siquiera a pensar un segundo en dejar de jugar ese juego que la sociedad quiere que sigamos. Sin mediar palabra alguna, me dirigí al baño más cercano: ése que tanto gusta frecuentar a los artistas de humanidades; ése que se encuentra justamente luego de la oficina de asuntos estudiantiles, exactamente frente a la oficina de Drama, que se dividía por un tentador portón verde del baño escondido de los varones. Allí, dentro del cubículo de impedidos, que tiene un canto de papel de baño largo, en la endijita de la puerta, retiré ese pedazo de nylon que tanto ruido había causado en mi canal de mensajes recibidos, enviados, procesados y no procesados. Al hacerlo, un aire de felicidad invadió mi ser, como ese desprendimiento de inocencia que habla Senel Paz en No le digas que la quieres. Al salir, flores amarillas se manifestaron en cada mirada dirigida. Todos me miraron en amarillo, y sonrieron. Sonreíamos todos, los pasos amarillos en el piso, los cálidos saludos amarillos, el amarillo compartir, el amarillo cielo, todo estaba bajo control. Más adelante asistí a clase. Fue exquisito el intercambio de mensajes, que danzó por toda el aula. Me sentía muy bien, feliz, bajo control, realizada, en total complizura conmigo misma, sin que nadie lo supiera, y que tampoco quise tener en cuenta por esconder. Nada de maldad, más bien era como... no sé, me sentía hasta superior..no no, flotando en una nube, como que yo sabía algo que la gente no tenía conocimiento, por ende, tenía poder y me reía sola en el salón y contestaba a las cosas, feliz.

Es por esta y miles de diversas razones en la existencia, que todos debemos apoyar el No Panty Day, así como se apoyan todas las causas, hasta las favoritas de Bunbury, las perdidas. Al final y al cabo, es sólo un día, y exactamente se ha convocado en la víspera de ese día que todos pretendemos despojarnos de la mala suerte, mojándonos pa trás. 

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